domingo, 22 de agosto de 2010

EL HOMBRE BICENTENARIO

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TEMA: EMOCIONES, DISCRIMINACION.
Quiero compartir la última escena de la película.

jueves, 12 de agosto de 2010

La familia se mantuvo fiel a la comunidad judía y sus costumbres; aunque no fue especialmente religiosa; al padre cabe considerarlo próximo al librepensamiento, y el propio Freud había perdido ya las creencias religiosas en la adolescencia. En 1873, finalizó sus estudios secundarios con excelentes calificaciones. Había sido siempre un buen estudiante, correspondiendo a los sacrificios en pro de su educación hechos por sus padres, que se prometían una carrera brillante para su hijo, el cual compartía sus expectativas. Después de considerar la posibilidad de cursar los estudios de derecho, se decidió por la medicina, aunque no con el deseo de ejercerla, sino movido por una cierta intención de estudiar la condición humana con rigor científico. A mitad de la carrera, tomó la determinación de dedicarse a la investigación biológica, y, de 1876 a 1882, trabajó en el laboratorio del fisiólogo Ernst von Brücke, interesándose en algunas estructuras nerviosas de los animales y en la anatomía del cerebro humano. De esa época data su amistad con el médico vienés Josef Breuer, catorce años mayor que él, quien hubo de prestarle ayuda, tanto moral como material. En 1882 conoció a Martha Bernays, su futura esposa, hija de una familia de intelectuales judíos; el deseo de contraer matrimonio, sus escasos recursos económicos y las pocas perspectivas de mejorar su situación trabajando con Von Brücke hicieron que desistiese de su carrera de investigador y decidiera ganarse la vida como médico, título que había obtenido en 1881, con tres años de retraso.
Sin ninguna predilección por el ejercicio de la medicina general, resolvió adquirir la suficiente experiencia clínica que le permitiera alcanzar un cierto prestigio, y, desde julio de 1882 hasta agosto de 1885, trabajó como residente en diversos departamentos del Hospital General de Viena, decidiendo especializarse en neuropatología. En 1884 se le encargó un estudio sobre el uso terapéutico de la cocaína y, no sin cierta imprudencia, la experimentó en su persona. No se convirtió en un toxicómano, pero causó algún que otro estropicio, como el de empujar a la adicción a su amigo Von Fleischl al tratar de curarlo de su morfinomanía, agravando, de hecho, su caso. En los círculos médicos se dejaron oír algunas críticas y su reputación quedó un tanto ensombrecida. En 1885, se le nombró Privatdozent de la Facultad de Medicina de Viena, en donde enseñó a lo largo de toda su carrera, primeramente neuropatología, y, tiempo después, psicoanálisis, aunque sin acceder a ninguna cátedra.
La obtención de una beca para un viaje de estudios le llevó a París, en donde trabajó durante cuatro meses y medio en el servicio de neurología de la Salpêtrière bajo la dirección de Jean Martín Charcot, por entonces el más importante neurólogo francés. Allí tuvo ocasión de observar las manifestaciones de la histeria y los efectos de la hipnosis y la sugestión en el tratamiento de la misma. De regreso a Viena, contrajo matrimonio en septiembre de 1886, después de un largo noviazgo jalonado de rupturas y reconciliaciones como consecuencia, en especial, de los celos que sentía hacia quienquiera que pudiese ser objeto del afecto de Martha (incluida su madre). En los diez años siguientes a la boda, el matrimonio tuvo seis hijos, tres niños y tres niñas, la menor de las cuales, Anna, nacida en diciembre de 1895, habría de convertirse en psicoanalista infantil.
Poco antes de casarse, Freud abrió una consulta privada como neuropatólogo, utilizando la electroterapia y la hipnosis para el tratamiento de las enfermedades nerviosas. Su amistad con Breuer cristalizó, por entonces, en una colaboración más estrecha, que fructificaría finalmente en la creación del psicoanálisis, aunque al precio de que la relación entre ambos se rompiera. Entre 1880 y 1882, Breuer había tratado un caso de histeria (el de la paciente que luego sería mencionada como «Anna O.»); al interrumpir el tratamiento, habló a Freud de cómo los síntomas de la enferma (parálisis intermitente de las extremidades, así como trastornos del habla y la vista) desaparecían cuando ésta encontraba por sí misma, en estado hipnótico, el origen o la explicación. En 1886, luego de haber comprobado en París la operatividad de la hipnosis, Freud obligó a Breuer a hablarle de nuevo del caso y, venciendo su resistencia inicial, a consentir en la elaboración conjunta de un libro sobre la histeria. Durante la gestación de esta obra, aparecida en 1895, Freud desarrolló sus primeras ideas sobre el psicoanálisis. Breuer participó hasta cierto punto en el desarrollo, aunque frenando el alcance de las especulaciones más tarde características de la doctrina freudiana y rehusando, finalmente, subscribir la creciente convicción de Freud acerca del papel desempeñado por la sexualidad en la etiología de los trastornos psíquicos.
En 1896, luego de romper con Breuer de forma un tanto violenta, Freud empezó a transformar la metodología terapéutica que aquél había calificado de «catarsis», basada en la hipnosis, en lo que él mismo denominó el método de «libre asociación». Trabajando solo, víctima del desprecio de los demás médicos, el tratamiento de sus pacientes le llevó a forjar los elementos esenciales de los conceptos psicoanalíticos de «inconsciente», «represión» y 'transferencia'. En 1899, apareció su famosa La interpretación de los sueños, aunque con fecha de edición de 1900, y en 1905 se publicó Tres contribuciones a la teoría sexual, la segunda en importancia de sus obras. Estos dos fueron los únicos libros que Sigmund Freud revisó puntualmente en cada una de sus sucesivas ediciones.
Hasta 1905, y aunque por esas fechas sus teorías habían franqueado ya definitivamente el umbral de los comienzos y se hallaban sólidamente establecidas, contó con escasos discípulos. Pero en 1906 empezó a atraer más seguidores; el circulo de los que, ya desde 1902, se reunían algunas noches en su casa con el propósito de orientarse en el campo de la investigación psicoanalítica, fue ampliado y cambió, incluso, varias veces de composición, consolidándose así una sociedad psicoanalítica que, en la primavera de 1908, por invitación de Karl Gustav Jung, celebró en Salzburgo el Primer Congreso Psicoanalítico. Al año siguiente, Freud y Jung viajaron a Estados Unidos, invitados a pronunciar una serie de conferencias en la Universidad Clark de Worcester, Massachusetts, comprobando con sorpresa el entusiasmo allí suscitado por el pensamiento freudiano mucho antes que en Europa. En 1910 se fundó en Nuremberg la Sociedad Internacional de Psicoanálisis, presidida por Jung, quien conservó la presidencia hasta 1914, año en que se vio obligado a dimitir, como corolario de la ruptura fallada por el mismo Freud en 1913, al declarar improcedente la ampliación jungiana del concepto de «líbido» más allá de su significación estrictamente sexual. En 1916 publicóIntroducción al psicoanálisis.
En 1923, le fue diagnosticado un cáncer de mandíbula y hubo de someterse a la primera de una serie de intervenciones. Desde entonces y hasta su muerte en Londres el 23 de septiembre de 1939, estuvo siempre enfermo, aunque no decayó su enérgica actividad. Sus grandes contribuciones al diagnóstico del estado de nuestra cultura datan de ese período (El porvenir de una ilusión [1927], El malestar en la cultura [1930], Moisés y el monoteísmo [1939]). Ya con anterioridad, a través de obras entre las que destaca Tótem y tabú (1913), inspirada en el evolucionismo biológico de Darwin y el evolucionismo social de Frazer, había dado testimonio de hasta qué punto consideró que la importancia primordial del psicoanálisis, más allá de una eficacia terapéutica que siempre juzgó restringida, residía en su condición de instrumento para investigar los factores determinantes en el pensamiento y el comportamiento de los hombres.

Etapas de Desarrollo Psicosexual de Freud





Freud llamó psicosexuales a sus etapas de desarrollo debido a que les asigna un papel preponderante a los instintos sexuales el la formación y desarrollo de la sexualidad, para él el mejor camino para entender el significado de la sexualidad, particularmente en la infancia y en la niñez, es compararla con cualquier placer sensual. El desarrollo de la personalidad consiste en el desenvolvimiento o despliegue de los instintos sexuales.
Fase Oral
La fase oral es la primera del desarrollo. En ella las necesidades, percepciones y modos de expresión del niño se centran primordialmente en la boca, los labios, la lengua, etc. El papel de la zona oral en la organización de la psique es dominante durante aproximadamente los primeros 18 meses de vida. Las sensaciones orales incluyen la sed, el hambre, las estimulaciones táctiles placenteras suscitadas por el pezón o su sustituto, y son sensaciones relacionadas con la deglución o saciedad. Los impulsos orales tienen dos componentes separados: libidinales y agresivos. El objetivo de esta fase es establecer una confiada dependencia de los objetos que proporcionan crianza y cuidado y servir como cómoda expresión y gratificación de las necesidades libidinales orales sin excesivos conflictos o ambivalencias. Una gratificación-privación oral excesiva puede determinar fijaciones libidinales que contribuyan a la formación de rasgos patológicos. Los caracteres orales hacen a los sujetos excesivamente dependientes de objetos para el mantenimiento de su propia autoestima; la envidia y los celos se asocian con frecuencia a rasgos orales. Por el contrario una adecuada resolución de la fase oral constituye la base de la estructura del carácter, con una capacidad para dar y recibir de los demás sin una dependencia excesiva o envidia, y de la capacidad para relacionarse con confianza en los demás y en uno mismo.

Fase Anal
La fase anal es la siguiente en el desarrollo y se precipita por la maduración del control neuromuscular de los esfínteres anales, posibilitando así un control voluntario de la retención y expulsión de heces. Se extiende desde el primer año hasta el tercero, y se caracteriza por una gran intensificación de los impulsos agresivos, unidos a componentes libidinales de los impulsos sádicos. El erotismo anal se refiere al placer sexual que produce la actividad anal, tanto al retener las preciadas heces como al presentarlas como un regalo a los padres. El sadismo anal se refiere a la expresión de los deseos agresivos conectados con la descarga de heces como armas poderosas y destructivas. Se trata esencialmente de un período de lucha por la independencia y alejamiento del control de los padres. Los rasgos desadaptados de carácter se derivan del erotismo anal y de las defensas contra él. El orden, la obstinación, la tenacidad, la parsimonia, etc, son rasgos de carácter anal derivados de la fijación en las funciones anales. Cuando las defensas contra los rasgos anales son menos eficaces, el carácter anal revela rasgos de elevada ambivalencia, falta de deseo, desorden, obstinación, rabia y tendencias sadomasoquistas. Las características y defensas anales suelen verse con frecuencia en las neurosis obsesivo-compulsivas. La resolución adecuada de esta fase constituye la base para el desarrollo de la autonomía personal, la capacidad de independencia y de iniciativa personal sin culpa, de la capacidad para la conducta autodeterminante sin sentido de vergüenza o duda, de la falta de ambivalencia y de la capacidad de la cooperación voluntaria sin excesiva voluntariedad.

Fase Anal
Esta fase no fue tratada por Freud de forma explícita, pero se considera como una fase de transición entre las fases de desarrollo anal y fálico, ya que comparte características de ambas. El erotismo uretral se refiere al placer que produce la micción y al placer en la retención urinaria análogo al experimentado por la retención anal. No están claros los objetivos de la actividad uretral, ni en qué medida difieren de los del período anal. El rasgo uretral predominante es el de la competitividad y la ambición, probablemente relacionado con la compensación de la culpa producida por la pérdida de control uretral. Puede servir como inicio del desarrollo de la envidia del pene, relacionada con el sentido femenino de vergüenza e inadaptación al ser incapaz de igualar la capacidad uretral del varón. Si ha habido una adecuada resolución de la fase anal, la competencia uretral proporciona un sentido de orgullo y autocompetencia derivado de la micción. El rendimiento urinario es un área en la que el niño pequeño puede imitar e igualar la capacidad urinaria de su padre. Así, una buena resolución de esta fase sienta la base para la identidad genérica en ciernes y las subsiguientes identificaciones.

Fase Fálica
La fase fálica del desarrollo psicosexual empieza durante el tercer año de vida y prosigue aproximadamente hasta el final de los 5 años. Se caracteriza por una atención prioritaria por el interés sexual. El pene pasa a ser el órgano de principal interés para los niños de ambos sexos, y la falta de pene es considerada por la niña como prueba de su castración. La fase fálica está asociada con el aumento de la masturbación genital seguida por fantasías primordialmente inconscientes de relaciones sexuales con el padre del mismo sexo. La amenaza de castración y su temor de castración asociado nace en conexión con el sentido de culpa por la masturbación y los deseos edípicos. Durante esta fase se establece y consolida la relación y el conflicto edípico.
Fase de Latencia
La fase de latencia viene dada por una relativa quietud o inactividad de las pulsiones sexuales, que va desde el período de resolución del complejo de Edipo hasta la pubertad (de los 5-6 años hasta los 11-13). El establecimiento del superyó al final del complejo edípico y la subsiguiente maduración de las funciones del yo hacen posible un grado considerablemente más alto de control sobre las pulsiones. Los intereses sexuales suelen disminuir mucho durante este período. Se trata de un período de afiliaciones primordialmente homosexuales tanto en las niñas como en los niños, y en él tiene lugar una sublimación de las energías libidinales y agresivas en el aprendizaje cotidiano y las actividades de juego, de exploración del entorno, etc., constituyendo un período de desarrollo de importantes habilidades.
El objetivo primordial de esta fase es la mayor integración de las identificaciones y la consolidación de la identidad y el rol sexuales. La relativa quietud y control de las pulsiones permite el desarrollo de los recursos del yo y el dominio de las habilidades. Nuevos componentes identificativos pueden sumarse a los edípicos sobre la base de la ampliación de contactos con otras figuras significativas fuera de la familia, tales como maestros y otras figuras adultas. Este período puede ser fuente de problemas tanto por una falta de desarrollo de los controles internos como por su exceso. La falta de control puede determinar una insuficiente sublimación de las energías del niño en el interés por el aprendizaje y la adquisición de habilidades. Por el contrario un exceso de control interno puede determinar una conclusión prematura del desarrollo de la personalidad y la elaboración preconsciente de rasgos de carácter obsesivos.

Fase Genital
La fase genital o adolescente del desarrollo psicosexual se extiende desde el comienzo de la pubertad, entre los 11 y los 13 años de edad hasta que el adolescente alcanza la juventud. La madurez psicológica de los sistemas de actividad genital (sexual) y los sistemas hormonales correspondientes determina una intensificación de los impulsos, y en especial de los de naturaleza libidinal. Esta intensificación produce una regresión en la organización de la personalidad que vuelve a abrir los conflictos de fases anteriores del desarrollo psicosexual y proporciona la oportunidad de una nueva resolución de estos conflictos en el contexto de la consecución de una identidad sexual madura y adulta. Los objetivos primarios de este período son la separación definitiva de la dependencia y el nexo de los padres y el establecimiento de unas relaciones de objeto maduras, no incestuosas. También persigue la consecución de un sentido maduro de la identidad personal y aceptación, así como la integración de un conjunto de roles y actividades adultas que posibilitan nuevas integraciones adaptativas con las expectativas sociales y los valores culturales.