sábado, 3 de julio de 2010

Más que un artículo psicológico, estas líneas son una reflexión en voz alta de la autora.
"La Violencia del siglo XXI"
Lic. Rita Giardino




   
La Violencia del siglo XXI
Que podemos hacer con la violencia del siglo XXI
LA VIOLENCIA =  DESEO +  IMPOTENCIA
 El tema de violencia en la actualidad está instalado como un hecho de debate insoslayable. Escuchaba a un periodista de TV decir “es un hecho de emergencia nacional” refiriéndose a los crímenes que se cometen cotidianamente en Buenos Aires. Y en verdad disiento con él y creo que esa es la raíz del error del enfoque que se tiene y que nos paraliza en la acción de resolverlo. La violencia, es un hecho de emergencia social y psicológica, que traspasa las fronteras de un territorio, en sus causas y en sus consecuencias, actualmente es un derivado de nuestra cultura y de la civilización que se está construyendo en estos tiempos mundiales.
 Actualmente el 70% de los actos delictivos son realizados por menores entre 13 y 21 años. Muchos se preguntan como resolver esto y la pregunta es ¿qué los mueve a ello? ¿para que son funcionales a sus vidas estas conductas? Lamentablemente las estadísticas muestran que estos jóvenes provienen de familias con las mismas características delictivas o sea que hace dos generaciones que estas familias han entrado en este modo de vida.
Tendremos que considerar este dato y proponernos comprender a estas personas para poder tener una mirada macro de la situación en que se encuentran y que los mueve al crimen.

Dos circunstancias culturales internacionales de la segunda mitad del siglo XX han sido el padre y la madre de esta situación social.
Por un lado el advenimiento de la posmodernidad, la reacción antiguerras, el hippismo y un cambio de paradigma en los valores humanos, donde comienzan a imponerse la belleza física, la juventud, la superficialidad, alejarse del dolor y el recuerdo de las guerras con la intención de recuperar la paz y la armonía por medio de placeres y gratificaciones. “El hombre no es para la guerra ha nacido para ser feliz”. Por supuesto no podemos ser tan ingenuos de ignorar la conveniencia de este cambio social para muchos poderes políticos que lo que no consiguieron por la fuerza lo obtuvieron con la corrupción. La corrupción económica y moral es el arma de colonización y sometimiento del tercer mundo actual.

La otra circunstancia que se cierne sobre la actualidad y que fecunda a la posmodernidad es el avance tecnológico, en elementos de consumo masivo: computadoras, celulares, mp3, 4, palm, ipad, y una interminable gama de elementos de actualización permanente.
 Si alguien compra un celular hoy, es posible que la semana próxima ya sea obsoleto, un video game puede ser interesante un tiempo hasta que otro lo suplanta o sale la siguiente versión. Nada es permanente, por el contrario, el hombre actual corre tras la última versión de cualquier cosa tecnológica como si este fuera su objetivo fundamental de vida.
Si bien el movimiento New Age, tampoco es ajeno a los manejos políticos y a los intereses económicos de los países más poderosos, representó un intento de rescatar o revivir o recuperar el sentido trascendente en el hombre, los valores espirituales por encima de los materiales. La corriente New Age no ha llegado a constituirse en una institución como para verdaderamente lograr generar una corriente cultural permanente y de contención. Además algunos exponentes como Osho o Deepack Chopra entre otros, gurúes de clases altas y acomodadas, por alguna razón, sirvieron más para la evasión de la realidad de ricos y famosos  que para una toma de conciencia verdadera.
Por el contrario, grandes empresas como Microsoft, empresas de telefonía digital, Google, etc. han conseguido mayor fidelidad y adeptos, y acaso una corriente de transferencia institucional (de la imagen parental) más sólida que la de muchos gobiernos.

Esta combinación de pensamiento posmoderno + tecnología consiguieron su cometido de sometimiento masivo: presentarle a las masas objetos de deseo de difícil obtención, los más aptos entraron en la carrera para obtenerlos, los otros se corromperan para conseguirlos.
Hace 60 años en la Argentina, una familia humilde sabía que trabajando 15 o 20 años, podía llegar a tener su vivienda, buena educación para sus hijos, vacaciones, tal vez un auto, y comodidades adecuadas. El ideal de persona valorado era el universitario, profesional o comerciante. Hablar bien el idioma, tener conocimientos literarios, “roce”, cultura, saber de política para mantener una buena conversación…

Hoy, una familia humilde, sabe que no tendrá acceso a una vivienda, nunca en las actuales condiciones económicas. Auto o vacaciones es impensando, inexistente en su plan de vida posible. Todo a lo que puede tener acceso son objetos electrónicos del más bajo costo y que quedan obsoletos en el corto plazo. Internet y la TV reemplazan los libros, los políticos son el enemigo, junto con los maestros y profesores. El ideal de persona valorado es el de la belleza física que muestran las mujeres en la televisión, las cirugías plásticas, el hombre que alcanza el éxito económico pronto, ser cantante o futbolista, vedette o modelo.
La clase media siente cada vez más la repercusión de este modelo, en sus adolescentes sin proyecto de vida, con una educación que pone en conflicto los ideales y valores que enseña frente a la realidad del modelo que promueve la sociedad. Este desencuentro del sistema educativo con los modelos sociales, deja a los jóvenes cada vez más estupefactos y paralizados.

La tecnología se mueve a la velocidad de la luz y solo acceden a ella los que corren en autos de fórmula uno, el resto es un triste y desilusionado espectador de la felicidad posible pero inalcanzable.

De esto surge una cultura que modifica los ideales, el Ideal del Yo pasa a ser un individuo que tiene dinero, éxito, disfruta de todos los placeres, se libera sexualmente, tiene lo que quiere. Pero entonces, aparece el deseo frustrado de no poder acceder, saber que no hay caminos, ni maneras posibles de alcanzar ese lugar. El sentimiento de frustración surgido de la impotencia, el enojo, el odio. Tal vez un adulto puede transmutar esto, pero en un adolescente es pólvora que prenderá ante el menor estímulo, que casi siempre es la droga. Y ante la imposibilidad aún de llegar a esto, aparecerá la prostitución y el crimen, surgidos del deseo frustrado y la impotencia.
El que no tiene nada que perder tiene todo por ganar, parece ser el lema de los jóvenes criminales.

¿Qué se puede hacer entonces?

Algunos dicen que hay que bajar la edad de imputabilidad y mandar a los menores a reclusión más tempranamente. Otros dicen que mejorar la educación. Yo creo que no alcanza. Que es atacar el síntoma. El conflicto excede lo nacional, lo territorial, es humanístico y mundial.

Es necesario un cambio de cultura, que la rueda gire y de paso a una nueva etapa, dejando atrás la posmodernidad. Que la humanidad recupere o establezca un nuevo contrato social, basado en el encuentro del hombre, de cada uno con su si mismo (self), especialmente y prioritariamente aquellos que tienen poder económico. No es suficiente con hacer beneficencia o con crear fundaciones con fines secundarios de evasión o de blanqueo de capitales. Porque al fin, ellos también tendrán que encontrarse con su vacío existencial, cuando comprendan que la carrera por el poder o la mayor fortuna, no tiene fin y los deja en el mismo lugar de insatisfacción que a los otros. Me viene a la mente el recuerdo de la muerte de Michael Jackson, solo, con una sospecha de sobredosis, aislado del mundo exterior…multimillonario, generador de fortunas, un éxito social un fracaso humano. Quizás ahí esté la clave: lo social se ha distanciado de lo humano.

En el pasado, las enfermedades y las guerras regulaban el equilibrio entre la población y los recursos. Creo que actualmente esa regulación está siendo dirigida o mejor dicho manipulada, hacia la autodestrucción de las clases bajas y especialmente de los países subdesarrollados.

En la posmodernidad se ha confundido los medios con el fin.
Es necesario el advenimiento de una nueva edad, un nuevo tiempo Humanista y Existencial, que exige la madurez del hombre, la toma de contacto con su verdadera individualidad, como parte de un Todo, que le es superior y del cual no puede desprenderse. Un Todo del cual depende y a la vez genera. Este Todo en sus distintas manifestaciones: familiar, comunitaria, local, nacional, étnica, mundial. Una edad en la que tendrá que hacerse cargo de sus límites, y de los límites del planeta que habita (control de la natalidad, control y distribución de recursos, responsabilidad sobre el equilibrio ecológico, etc).

Podemos decir que la posmodernidad vino de la mano de la juventud, los hippies, fueron sus exponentes iniciales hasta que otros intereses menos altruistas utilizaron y desviaron posiblemente, el camino de las buenas intenciones iniciales.

En la próxima etapa, imagino que el movimiento tendrá que surgir de un estrato social más maduro y sin duda poderoso económicamente (¿o tal vez intelectuales que encuentren aliados económicos?), que tendrá la lucidez y el valor de tomar contacto con su vacío existencial y no evadir el desafío de crear una nueva cultura.
De todas maneras, nos muestra la Historia, que estos cambios, estos movimientos de sustratos profundos en la humanidad, no son repentinos, son procesos más o menos lentos, mientras tanto podemos iniciar este camino en lo individual, en la responsabilidad de nuestras decisiones y nuestros actos, observando nuestro ego y nuestra competitividad, nuestro deseo de poder y de someter, nuestro valores y ética de vida.

“Ser lo que somos y convertirse en lo que somos capaces, es el único objetivo de la vida.” Robert Louis Stevenson

Se habla de la llegada del fin de los tiempos, yo espero que llegue el Tiempo de los Fines.

Buenos Aires, 3 de Noviembre del 2009

AutoraLic. Rita Giardino, psicóloga, ha sido docente, fundadora de la Biblioteca de Psicología, tiene un posgrado en Psicoterapia Gestalt y se dedica a la atención psicológica en su consultorio particular. www.ritagiardino.com.ar

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